miércoles, 8 de agosto de 2012

Indigendencia.


Indigendencia.
Ilustración.
70 x 64 cm.
Lapiz Digital.
Color RGB.
PSD / CS5.



Este ha sido uno de los fenómenos sociales y políticos más arduos y lamentables para la historia reciente del país. Este conflicto reúne a todos los agentes armados y todos los espectros políticos posibles cuyas soluciones parecen distar mucho de lo probable. Empezando por el histórico abandono estatal en un territorio que es una literal zona de guerra, cuyas víctimas más notables son los civiles y los indígenas. Por un lado los civiles reclaman mayor presencia militar del estado hasta tal punto de que los puestos de control del ejército estén en mediación de los cascos urbanos. Por otro lado los indígenas en defensa de la autonomía de sus territorios, no quieren a ningún miembro del conflicto armado en sus tierras, caseríos ni resguardos. Pero tanto los indígenas como los civiles tienen algo en común, y es que están en la mitad de un conflicto que no escogieron librar. Hay razones para pensar estratégicamente la continuidad de este conflicto en esta región del país. Por un lado las operaciones de las FARC se concentran en la cordillera oriental del país siendo la columna Jacobo Arenas la más antigua de la organización además de la mayoría de las rutas del narcotráfico que son el fortín económico tanto de la guerrilla como de los paramilitares, sin contar con las rutas de acceso marítimo al pacífico. Por otro lado las operaciones militares en la zona deben mitigar las acciones de la guerrilla dominando las laderas de la cordillera,  no solo desde las bases en tierra sino también el control aéreo de la zona así como los puntos de las torres de control.  

Tenemos otro problema y es que según lo establecido en la constitución  más propiamente el artículo 330 de la constitución: “De conformidad con la Constitución y las leyes, los territorios indígenas estarán gobernados por consejos conformados y reglamentados según los usos y costumbres de sus comunidades” eso significa que si alguien ajeno a estas comunidades emprende algún proyecto de emplazamiento, explotación e invasión deberá consultar con tales comunidades según lo indica la ley. El papel lo soporta todo y la realidad nos dice todo lo contrario, según el parágrafo 12 de tal artículo “Deben diseñar las políticas y los planes y programas de desarrollo económico y social dentro de su territorio, en armonía con el Plan Nacional de Desarrollo”. Hago esta humilde pregunta: Si el Plan Nacional de Desarrollo precisa por así decirlo en uno de sus tantos proyectos -pasar por encima de las autoridades indígenas-,  y la ley expresa que estas deben hacer caso del plan nacional de desarrollo. ¿A quién van a  recurrir si defenderse parece anticonstitucional?

No es una pregunta que se haga al azar, es una pregunta que hay que hacérsela a las empresas multinacionales que de alguna u otra forma logran licitaciones sin que midan su impacto de explotación frente a estas comunidades pero que de alguna forma hacen parte de eso que se llama Plan Nacional de desarrollo o las locomotoras del gobierno. ¿Ahora bien cuál es la relación de la guerrilla y los paramilitares en todo esto? Podrían lanzarse varias hipótesis: La infiltración de la guerrilla en las comunidades indígenas los haría ver como escudos humanos frente a las retaliaciones del ejército o las Águilas Negras aprovechando la condición desfavorable del abandono estatal. El accionar de los paramilitares que no son más que milicias paralelas al estado haría más dramática esta situación cuando de empresas  multinacionales se trata ya que según el informe del periódico El Espectador del año 2008 “Entre las empresas encausadas se encuentran Nestlé (Suiza); Coca Cola, Chiquita Brands, Drummond y Monsanto (Estados Unidos); la Anglo Gold Ashanti (República de Suráfrica); British Petroleum (Reino Unido); y las españolas Repsol YPF, Unión Fenosa, Endesa, Canal de Isabel II, Aguas de Barcelona y Telefónica”. Para colmo de males según lo indica el mismo periódico “Sobre ellas pesan cargos como el desplazamiento forzado de comunidades, vínculos con paramilitares responsables de asesinatos y masacres de sindicalistas, contaminación ambiental, violación de las patentes y de la soberanía territorial y energética de Colombia”. Estas declaraciones hicieron parte de la rueda de prensa del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP), encabezado por Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz de 1980 en una rueda de prensa en Bogotá.
Queda claro entonces cual es el accionar de estos movimientos, solo basta con tildar a la población como auxiliadores de la guerrilla para que se justifique su atropello y vulneración de derechos humanos. La pregunta que hay que hacer es ¿Qué soluciones hay que darle a este conflicto? Hasta ahora ninguna respuesta ha favorecido de manera radical al departamento ya que se sobre entiende como “ayuda” la presencia militar en la zona, también faltan hospitales, escuelas, carreteras, comercio, asistencia humanitaria, empleo pero sobre todo comunicación entre el gobierno y las autoridades indígenas para establecer acuerdos a favor de las comunidades tanto civiles como indígenas.

El papel de los medios fue fundamental para dividir la opinión pública y es que era inevitable con una bomba mediática como esta sin una revisión histórica de los fenómenos acaecidos, y solamente basado en señalamientos que trataban de encontrar culpables, cuando los culpables a la hora de la verdad somos los Colombianos que con una actitud pasiva ni siquiera sabemos que es lo que acontece y no asumimos nuestro lugar en la solución de un conflicto que puede extenderse otros 50 años.   

Judicial. Denuncian presuntos nexos entre paramilitares y multinacionales. El Espectador. Disponible en: http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-denuncian-presuntos-vinculos-entre-multinacionales-y-paras 23 de Julio de 2008.

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