Deforma a la Justicia.
Ilustración.
26 x 19 cm.
Color: CMYK.
Lapiz Digital.
En una manguala como nunca antes vista, los congresistas y magistrados de este país, entraron en los albores de la historia como una dupla que se burló de la manera más desvergonzada del país, y que en medio de pilatunas donde se trataba de favorecer mutuamente la mejor forma de quedar blindados y favorecidos antes las investigaciones libradas en su contra y de la extensión de sus periodos en la rama del poder judicial, fue imposible evitar semejante hecatombe o mejor dicho, una colosal bomba atómica de indignación que hasta el día de hoy puede costarles la cabeza gracias a la iniciativa de revocar al congreso por parte de la ciudadanía.
Afortunadamente la historia de la jurisprudencia y el derecho en el país cuenta con figuras loables y dignas como para pensar que la única forma en que puede funcionar la justicia es burlándola a favor de quienes tratan de reformarla, creo que esta esta vez el tiro les salió por la culata.
En verdad pienso que se trataba de una oportunidad perfecta para todos esos congresistas que con mas de una investigación adelantada en su contra por diversos delitos sin nombrar los de la parapolítica, pretendían estar blindados y casi que intocables ante los alcances de la justicia y que paradójicamente la justicia a cargo de otros que querían perpetuarse un poco más porque su avaricia y comodidad se los permite, no les importaría mucho una pequeña ayuda para recordarnos la triste cultura que abunda en este país cuando de favores se trata “¿Y ahí como vamos?”.
Es que ninguno se salvo ni el mismo presidente, ya que resulta absurdo que ni siquiera sepa que es lo que le manda a pedir a sus ministros y que la mayoría de sus aliados en partidos políticos como la U simplemente se atrevan a votar algo sin leer. La falta de carácter del exministro Esguerra para hacerle frente a una situación que se salía de las manos y que juraba solemnemente de que era un reforma justa y necesaria fue suficiente para que su carta de renuncia fuese irrevocable. Los presidentes tanto de la cámara como del senado se sostenían en el error de creer que era un reforma benigna sin que la hubiesen leído, fue un oso sin precedentes. Después vino la ola de los congresistas recordando a quienes sirven realmente, acordándose sobre su razón de ser en un espíritu altruista bastante forzado, obviamente lo demostraron después de que regresaran de sus vacaciones y se citara a sesiones extraordinarias y que muchos congresistas por razones personales o por excusas muy rebuscadas no pudieron presentarse. AL final en una maniobra tanto jurídica como mediática y con el visto bueno del fiscal, el presidente derogó la reforma para plantear una nueva. Solo imagínense ¿Cuantas reformas y leyes se hubiesen podido derogar si nuestros presidentes leyeran lo que firman al menos y tuviesen un poco más de sentido común?